Bienvenida a Florecer en Cristo - un espacio para tu alma.
Sanar no es olvidar: entregando mis heridas a Cristo.
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Sanar no significa olvidar ni hacer de cuenta que nada pasó.
Tampoco es repetirnos una y otra vez que “todo está bien”.
Sanar es mucho más profundo: es atrevernos a mirar la herida, llevarla a los pies de Cristo y permitir que Él arranque la mentira que nos marcó para plantar en su lugar la verdad que nos libera.
El tiempo por sí solo no cura.
A veces creemos que basta con dejar pasar los días, pero el tiempo no tiene poder de sanar un alma herida.
Cuando una herida no se entrega al Señor, se enquista y se convierte en raíz amarga que termina contaminando pensamientos, reacciones y hasta el cuerpo mismo.
Sanar no es un acto pasivo, es un camino de entrega.
Y esa entrega no es hacia mí misma, sino hacia Jesús.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”
(Mateo 11:28)
Reflexión final
Hoy puedes decidir qué harás con lo que viviste:
¿lo esconderás o lo llevarás a la cruz?
¿lo callarás o permitirás que el Espíritu lo transforme?
Cuando el dolor toca el altar de Cristo, deja de ser cadena y se convierte en testimonio.
Si esta palabra habló a tu corazón, compártela con alguien que lo necesite.